29 de octubre de 2010

Vida Vibrante


VIDA VIBRANTE


Un hermoso artículo publicado hace años en la revista italiana Vidya. Hay unas reflexiones muy profundas sobre la naturaleza vibratoria del Ser Humano y del Universo

En el plano tangible no existe cosa o ente que no exprese ritmo, vibración o sonido. Aunque muchas vibraciones no sean percibidas, sin embargo existen. El individuo vibra y resuena; algunos que son sensibles pueden percibir este sonido-ritmo. Cada vibración, a su vez, expresa un particular tono, o calidad. La vida es el resultado de estos dos factores, número y tono.

Un ave, con su vibración sonora, expresa una calidad tonal, expresa un estado de ánimo, un vivir, un ser. Así, una flor, con su vibración o su espectro luminoso, expresa también algo, una calidad. Esto implica que si nosotros comprendiéramos, más allá del número-vibración, la calidad expresiva, podríamos comunicarnos con la vida universal. Nuestra individuación y materialización nos han aislado y obligado a la incomunicabilidad: para nosotros el gran libro sonoro-luminoso de la vida queda cerrado.

En general, nuestro acercamiento a la vida se manifiesta en términos como enumeración, clasificación y computación. Si abrimos un libro de botánica en la palabra orquídea, leemos “ familia de plantas monocotiledoneas, del orden de las microespermas...” y así creemos conocer la orquídea. En realidad no sólo no la conocemos, sino que tampoco entendemos lo que esta clasificación quiere decir. El que realmente quiere conocer la orquídea debe “sentirla” vibrar, escucharla, y ser sensible a sus tonos expresivos. Convivimos con muchas manifestaciones de la vida, sin embargo, aunque sean nombradas y clasificadas, estas no son comprendidas ni “escuchadas”.

La vida es música. Es sonido y también color, por lo cual hay que ser sensibles a los dos para conectarse a ella. Esto resulta más evidente en los planos más sutiles de la manifestación. Alejándonos de esta visión de hecho nos hemos aislado, hemos cortado el “dialogo” con la vida.

En el reino vegetal la armonía es el resultado de la variedad de sus sonidos luminosos. Un espacio verde, de acuerdo a su vegetación puede producir música afinada o desafinada. Cada vibración emana una calidad, o valor tonal. O sea que el ritmo representado por una rosa genera un efecto cualitativo: con los sentidos psicofísicos percibimos el ritmo-cantidad, y con la sensibilidad del alma captamos la calidad o valor tonal del ritmo-rosa. Con este enfoque podemos escuchar todo lo que nos rodea: podemos percibir la armonía de la vida universal, podemos captar y vivir la “música de las esferas”. Cada ser expresa vibraciones y calidades que junto dan el “tono musical” o el armónico del ser mismo. Para comprender un ser, de cualquier dimensión, debemos desarrollar el “oído interior”, la sensibilidad interior, que tampoco es la emoción o sentimiento, sino que es algo más.

Detrás de la calidad está la Vida o el Ser. Para comprender este concepto hay que decir que el Ser expresa una “calidad tonal” a través de la forma-número-sonido. O sea que tenemos vida, calidad y forma, pero estos aspectos no son separados, sino que son una unidad-trina. La calidad es el Tono de fondo o la Nota-calidad básica del Ser-vida: esta Nota desarrolla armónicas que representan las ilimitadas maneras de expresión de la vida misma: de tal manera el individuo es una armónica puntual de la Nota fundamental del Ser-vida.

Ishwara, o el Dios Persona, representa la Nota básica de toda la existencia manifestada y no manifestada, pero es solo una de las infinitas Notas del Principio Universal.

Enfocamos un momento nuestra atención: lineas, planos y volúmenes no son otra cosa que armónicas del punto, o sea que cada figura geométrica nos reconecta al punto. En geometría el punto es la primera determinación. Tiene una particular vibración y una determinada calidad. De la misma manera Ishwara, como Punto macro-cósmico, es una Vibración (sonido) con una Calidad (punto) Con este enfoque todo ser, siendo un armónica de la Nota fundamental, también tiene su vibración particular (sonido) y su peculiar calidad (tono); si fuéramos capaces de conocer el sonido-tono de cada ser, podríamos comunicarnos con la vida, vibrar con ella, volvernos música viviente. Pero para esto necesitamos dos instrumentos: el que nos dan los sentidos externos y el que nos dan los sentidos internos, que todos tenemos pero que lamentablemente no sabemos usar.

Todo reino de la Naturaleza, o toda expresión de vida tiene su forma-calidad. Los cuatros Reinos de la vida que captamos tienen una variedad de sonido-tono, que son un “crescendo”, empezando desde el mineral hasta el humano. Mas allá del humano, los tonos-números, son tan elevados que los sentidos humanos no llegan a percibirlos. Sin embargo, el ser humano dispone de vehículos-cuerpos más sutiles y más vibrantes, con los cuales sería capaz de ver, sentir y percibir.

La individualidad humana, que se expresa a través de instinto, emoción y pensamiento, es una particular armónica de la Nota primordial del Ser.

Un instinto, una emoción y un pensamiento representan particulares estados vibratorios que expresan determinados tonos. Un pensamiento, por ejemplo, está representado por ondas vibratorias que pueden ser percibidas por un individuo aunque quede muy distante de la fuente emisora. Pero la nota de la individualidad es siempre una nota degradada, es música desafinada, disarmónica.

El ser, mediante una nota, dinamiza el “ akasha” el primer elemento del plano de la existencia, que responde, moldeándose sobre esta nota.

El Principio Universal es el gran Músico que, con el teclado de la Mente Universal, produce notas de armonía, moldeando la sustancia o Akasha. El individuo repite el proceso: con el teclado de su intelecto Superior produce notas y la sustancia etérica (Akasha) se moldea. Una emoción o un pensamiento son el efecto de un impulso del demiurgo o músico humano, son estados vibratorios que expresan calidades.

La humanidad, lamentablemente, está compuesta por músicos desafinados y además todo el mundo quiere ser el solista. Por esta razón produce notas discordantes, disarmónicas, generando, si así podemos decirlo, pésima música .

Para salir de este estado de cosas, el individuo debe primero profundizar la conciencia de ser un músico-demiurgo, luego comprender que hay que educar “tono” y “calidad” de su instrumento musical. Esto significa que sólo una transformación en la calidad de la conciencia puede hacer una humanidad mejor.

Hoy en día sólo estamos produciendo nuevos cuerpos ( se sabe que pronto llegaremos a la asombrosa cifra de 12 mil millones de individuos) o sea que sólo estamos aumentando el volumen del sonido-vibración pero nada hacemos para producir un “calidad” de humanidad mejor.

Obviamente, cambiar vibración o clave tonal comporta una acción directa y un compromiso interior para modificar algo en lo profundo de nuestro ser.

La creencia más nefasta es la que dice que “el mundo es así porqué sí”. Cuantas veces nos decimos: “si estoy hecho así, que puedo hacer?” Esta idea es negativa no sólo porque es falsa , sino porque nos exime del compromiso a cambiar la “clave musical”. Desde miles de años estamos repitiendo la misma música desafinada y nada hacemos para cambiarla. La Tradición Espiritual cumple un rol maravilloso porque le hace comprender a la humanidad que tiene que cambiar de nota y también le ofrece los medios para poder hacerlo.

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